Mucho se dice al respecto, hace algunos años atrás era casi imposible entablar una conversación de estas con los adultos sobre todo nuestros padres, muchos adolescentes aprenden sobre sexualidad con los amigos, en los pasillos de la escuela o con personas que no son cercanas a ellos/ellas. En el caso de las adolescentes ocurre algo diferente, si bien no es un tema cómodo para ellas, la menstruación les da una oportunidad de hablar sobre eso, se acerca más a una charla sobre prevención, las madres, tías o hermanas mayores previenen a las otras mujeres sobre la primera relación sexual y como evitar “caer” en esta propuesta que le harán los adolescentes que, de acuerdo a la experiencia de ellas, es sólo por diversión. Y no están muy lejos de la realidad.
Al analizar el comportamiento con relación a su pareja sexual en Lima, encontramos que hay una variación en el tiempo, si bien la primera relación sexual para la mayoría de los/las adolescentes fue con el enamorado/a, la última relación sexual fue con un amigo o amiga. Existe también un incremento en las relaciones sexuales con parientes. En provincias, la muestra similar demuestra que la primera relación sexual fue con el enamorado /a (56%) y la última relación fue con amigo/a (20%). En el caso de las mujeres, se inician (79.6%) con sus respectivas parejas, esto estaría reflejando en las mujeres adolescentes una mayor autoestima y/o el riesgo de contraer una ITS, VIH-SIDA, en los hombres se estaría manifestando una creciente conducta de riesgo.
Uno de los problemas de mayor preocupación en el Perú es la alta tasa de embarazo adolescente, pues el 13.6% de las adolescentes entre 15 y 19 años ya es madre (11%) o está gestando por primera vez (3%) . Los mayores porcentajes de adolescentes que son madres o están embarazadas (57.9%) se presentan entre las mujeres sin educación, este escenario es más frecuente en comunidades alejadas en donde la educación de la mujer es secundaria y dirigida a cuestiones como el cuidado de los hermanos, posteriormente el de sus hijos y labores domésticas.
Por ello es necesario entender que la educación en sexualidad forma parte de la formación integral con el fin de formar personas competentes, autónomas y solidarias en capacidad de ejercer su derecho a una vida sexual saludable y placentera, en el contexto de relaciones interpersonales democráticas y equitativas para hombres y mujeres dentro de su cultura y sociedad.
El conocimiento por sí sólo no es suficiente para poder cambiar la conducta. Los programas que principalmente se basan en brindar información sobre preceptos morales y sexuales -cómo funciona el sistema sexual del cuerpo, qué es lo que los jóvenes deben y no deben hacer- han fallado. Sin embargo, los programas cuyo enfoque principal es ayudar a los jóvenes a cambiar conductas -usando técnicas participativas, en donde ellos son los protagonistas de su propia historia de vida, la dramatización, los juegos y los ejercicios que refuercen su habilidad al socializar- han mostrado señales de efectividad.
Por lo antes expuesto, es necesario que se analicen rigurosamente los programas de educación sexual y que se comiencen a implementar programas más innovadores que hayan demostrado su efectividad.
PSIC. EDGARDO SEGIL MANCO
Servicios especiales de salud para jóvenes - INPPARES
(1) Encuesta Demográfica y de Salud Familiar, 2007 – 2008. Instituto Nacional de Estadística e Informática