El VIH se
propaga en una atmósfera de silencio y secreto. El estigma asociado al VIH y el
temor que engendra suelen ser un obstáculo para los programas de prevención. Si
las personas no se sienten cómodas de conversar con los proveedores de salud acerca
del posible riesgo de infectarse, por temor a ser discriminadas o a que se
viole la confidencialidad, es posible que se muestren reticentes a someterse a
pruebas de detección o a tratar los síntomas. Es posible que quienes sospechan
estar infectados decidan ocultar la enfermedad a su familia y amigos, por temor
a ser rechazados. (Busza, 2001)
Varios
estudios recientes demuestran cómo el estigma y la discriminación son
alimentados, lo que tiene como resultado un trato perjudicial para las personas
que viven con VIH/SIDA. Esto se da tanto en los centros de salud como en la
familia, por tener la idea de que el tener VIH, significa ser culpable de tener
un comportamiento inmoral y que tienen lo que se merece.
Lic. Edgardo Segil –
INPPARES
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